Soles en el mar
encuentran lluvias.
Tibias. Tibias.
Duermen pájaros del Seol,
cantan golondrinas.
Llueve eterno en mi ser.
Cantos enfurecidos.
Cantos de tristeza.
De una pena fría
Llueve en el mar.
Duerme allí la luz.
Duerme allí, tu.
Las tormentas del alba
me entristecen con calma.
Y canto al fin
cuando llueve rápido en mi cama.
Llueve más de lo alcanzado
con la vista.
Llueve calido en el alma.
Y el sol
está con los pájaros,
migrando al infinito.
Ven la sombra
de quien ya no palpita, no.
El Seol.
No palpita mi aura.
Canto. Y la arena
suave en mi cama,
roza mis pies descalzos.
La calma embriaga,
ahora mi playa.
Y adormece la mirada.
Cuando llueve, siempre un Seol.
Siempre carga destellos
de nada.
Lluvia y calma.
La sal de mis pies
es algo en ascuas.
Canto. Sal. Arena. Seol.
En mi alma siempre
una lluvia y su borrasca.
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