viernes, 22 de junio de 2012

Nebulosa

No puedo dormir después de las seis.

Es lunes, o al menos eso creo. Entre el pasaje que lleva de la noche al día contemplo mis pies envueltos en algodón, ¿qué soy?

No existe el silencio. Jamás podré escuchar su murmullo.

Y ningún alma se libera del candado que arrastra durante estos días inciertos.

Si flotamos dentro de una nebulosa impregnada de sueños, por qué nos cuesta tanto vivir.

Si sólo somos pequeños fragmentos de lo más inimaginable, por qué anhelamos una superioridad inservible.

Cuando nuestros caminos se cruzan diariamente pienso en lo que los sentidos recogen de cada mínima unidad de control; unidad de medida, unidad de segregación. Te miro con miedo a que puedas conocer lo que mis herramientas de cálculo estudian incesantemente sobre tu ser.

Y tengo remordimientos si pienso, porque me enseñaron a no hacerlo. Y no sé que decirte cuando no hablas, ni dices nada; cuando sólo me atraviesas con el arma más destructiva que pueda existir. Cuando llegas a los lugares más abstrusos de mi mente. Cuando a través de ti percibo lo indescriptible.

Si el miedo nos pone a prueba y si cedemos ante la normativa digerida, qué crees que quedará de nosotros, si vivimos mientras volamos en este espacio infinito. Sin medida. Ignoto. Inquietante.

Viajo a ninguna parte. Al trabajo. Al emplazamiento donde no sé quién soy. Donde estoy vigilada. Donde me etiqueto y me pierdo. Donde no descubro nada. Donde desaparezco.

Pasa lo que no soy capaz de detener. Ocurre que mis microcélulas van muriendo. Sucede que me desplazo en la nada y vivo sin saber lo que es vivir.

Aparece el crepúsculo, en el fondo, nunca en la superficie. Me detengo. Tanta sutileza me abruma. Si debe existir la palabra riqueza, que sea aquí donde recobre su sentido.

Voy a buscarte. Estás esperando a que se produzca algo en tu tiempo congestionado. Te aferras a la idea de que no existe algo más difícil que vivir. De qué tienes miedo. Esto sólo es el final de lo que nunca comenzó. Esto es lo que se siente cuando nos sostenemos en una flor que renace plagada de dudas.

Y qué es la vida, sino nuestra gran incógnita.









miércoles, 6 de junio de 2012

Mucho peor

La finísima epidermis de tu forma de ser
viste igual que las azoteas de los edificios domóticos;
funcionales,
de ciencia ficción…
en la imaginación de arquitectos en la cola del INEM.

Piel de alma que parece un traje
de placas de plata
sorbiendo las energías solares
con la misma ávida sed…
con la que los niños, en verano, beben de la fuente de un parque.

Aunque lo que temo es tu interior.
Tan hosco,
oscuro y abrupto:

“Mucho peor que las primeras cuevas
colmadas de Neardentales  enfermos de miedo.

Mucho peor que tu deseo
de mi no nacimiento.

Mucho peor que la faz del planeta
arrasada por llamaradas doradas.

Mucho peor que las epidemias
que merman naciones enteras.

Mucho peor que la ira del Dios de los judíos,
mucho peor que el dolor de las hernias discales,
mucho peor que los partos sin inyecciones epidurales,
mucho peor que mis poemas
y mi sentido del humor”

Coreo “Mucho peor, mucho peor; pero mucho”
Como si fuera un conjuro…
Para alejarte
y no dejar que te multipliques.
Estúpido de mi;
como si tú fueras células de cáncer
y mi repetición sistemática quimioterapia
para evitar que me invadas.

Mejor guardaré silencio
antes de que sea demasiado tarde.
Intentaré parecer cuerdo
y sonreiré a los ancestros
que te esperan… que me esperan…
desligados del acoso del Tiempo.

Pacientes como la erosión.

(ANÓNIMO)