miércoles, 12 de septiembre de 2012

Sueños



¿Dime cuántas veces habrás pensado incoherencias. Sinsentidos? Han resultado quizá pequeños instantes, a veces largos minutos. Algunos tardamos días en hacer desvanecer esos raros pensamientos. Esos que a veces nos hacen dudar de lo real, y parece presentarse como los sueños, porque mirás a los lados, y no parecés reconocer exactamente lo que te rodea, todo es más extraño que nunca, y dudás de tus propios movimientos. Temés que sea un sueño, pero temés más aun que se trate de tu vida, de tu real y palpable vida. Y como los sueños, esos instantes dubitativos... laxos, distantes, profundos y escandalosos con la conciencia del hombre, permanecen hasta nuevo sueño y esclarecer la historia. Porque es en los sueños cuando los pensamientos raros, esos anormales enanos invadiendo neuronas, esos, se convierten en habituales y cotidianas normalidades. Por ello, enanos aparte, algunas blandas y escurridizas conciencias decidimos hacer de la experiencia onírica una excusa para el llamamiento a la conversión, a la traducción, la transmutación.


Señores, Señoras: Vivamos como en los sueños. Pasen y vean, firmen y compartan.

Allí fue posible que la Estatua de la Libertad se convirtiera en un payaso inflable gigante. Allí es posible la teletransportación, incluso la combinación de espacios y tiempos... ¡cuanto tiempo nos recuperaría!
En los sueños experimentamos las mismas sensaciones que despierto, ¿por qué no vivir despiertos las sensaciones de los sueños?. Esa intención de exploración, de salida al infinito. De lograr volar de un salto, de correr como nunca un hombre ha logrado de este lado de lo onírico. Volar con un soplido. Nadar bajo el agua mientras respiro, desarrollar branquias, aletas o alas. Convertirme en Halcón, o en Mariposa, en un Pez, o en Mí Misma. Desesperar de alegría, llorar, o en-nudar la garganta por que los muertos, están vivos. Conversar con éstos, venidos del Seol, e incluso con irreverencia mirar extrañado, con total y completo permiso, perdonado, y compensado aún con la sonrisa de quien explica desde la no materia, que la materia, está en tus sueños.
Vivamos como en los sueños, para que las alegrías se repitan, se reproduzcan, que el coito de las alegrías se engrandezca, que las alegrías hagan el amor a todas horas. Que las alegrías tengan pequeños alegres felices. Que nuestra biología sea una teoría, y que el espíritu se baste, se llene y se abastezca, de unos cuantos besos y abrazos.

Vivamos como en los sueños, para comprender mejor las pesadillas, poder mirarlas de frente, y manifestar con elegancia toda clase de repugnancias. Comprendiendo las pesadillas, es que podemos enterrarlas, y para entenderlas, debemos pasarnos al lado onírico. Vivamos como en los sueños para que imaginar sea real, y podamos ser los arquitectos de nuestro propio entorno, escogiendo a cada segundo no sólo la dirección del camino, sino el camino mismo y su paisaje. Convirtamos la tristeza de nuestras cotidianidades, en días sin final, en noches eternas, en días y noches fusionándose, sin discernirse. Convirtamos a los seres depresivos y alienados, los obreros de Annunakis, hereditarios puros del robotísmo industrial, germen y génesis de nuestras ignorancias, en esclavos liberados, en burlones y bailarines en celo, en floreados cuerpos felices, coloridos, texturados, depositarios de los más maravillosos sentidos. Hagamos de nuestras inutilidades poderes extraordinarios, simplemente naturales, sobre y con ella. Transformemos la razón y las matemáticas, y vivamos de las locuras que ciertamente, aportan los pocos minutos de felicidad que recordarás en tu lecho. Procuremos por segundos, unos pocos al día, recordar que los sueños SON. Ellos existen, y más aun que tu propia cama, más aun que quien comparte espacio, y más aun que tu ventana por la que quieres tirarte tantas veces al día. Recuerda en la oficina, en la calle, en el baño, en la cocina, comiendo, fumando o jugando al truco, que los sueños SON. Y si nosotros somos, tu eres, ellos son, y el compendio de conjugaciones que nos permiten existir a todos, los sueños son tanto reales como tu nariz. En los sueños, tu realidad se convierte en ello. Esa es tu verdad, la verdad de los deseos que no ocurren entre materias. Y entre materia, tocando más que percibiendo, matriculamos los sueños de imprudentes ocupas del inconsciente, incontrolables pensamientos retorcidos, anómicos, pero entretenidos.

Vivamos como en los sueños, despojándonos y haciéndonos libres de los absurdos que rodean a los cotidianos minutos del ser humano. Obviemos y escupamos las absurdas normas que provocan mas problemas que soluciones, porque asfixian, ahorcan, ciegan, alienan, angustian, ridiculizan, e incluso si se reflexiona con cuidado, pone en tela de juicio la racionalidad del ser humano. Caguémonos en las morales, en los dogmas, y peguemos más seguidos esos saltos voladores por el medio de la montaña, para después nadar respirando por un río, y correr como nadie jamás había podido.
Vivamos como en los sueños, y no despertemos nunca.