la razón se apodera de mi
consciencia.
Me trae a la “coherencia”.
Por la noche, sin embargo,
mis percepciones se amplían,
son dueñas de mi sien.
Puedo tan sólo
con observar la llama de
un cigarro
sentir el fuego y el carbón.
El esfuerzo en mis
pulmones.
Me cuesta respirar.
Por la noche
soy mí misma.
Y me embriaga la lucidez
del inconsciente.
Bailo enajenada ante el
oscuro,
río a carcajadas del
absurdo,
canto bacanales al aire,
toco el terciopelo de la nada.
Observo, y mis pupilas se agigantan.
Me cuesta respirar.
Y sin embargo
me siento viva.
Por la noche,
En el límite de lo
perenne
puedo volar.
Ella me aoja, se mueve artera.
Me seducen ideas insensatas.
Ella sabe quien soy,
me conoce.
Me reverencia
incondicional.
Por la mañana,
la coherencia vuelve a
apoderarse.
Vuelve la razón a mí.
Y salgo desnuda a la
calle
al frío invierno de la
soledad entre los otros.
Soy vulnerable, endeble.
Enciendo un cigarrillo
para recordar que por la noche
ella volverá para contarme
quien soy en realidad.
A cantarme y a reírse
Mientras tanto,
por la mañana,
Fumo para llenar mis
pulmones,
y dejar un ápice de mí
entre tanta luz diurna.
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