jueves, 2 de agosto de 2012

El gobierno de la desesperanza

Todo acaba convirtiéndose en polvo como fue en su origen, incluso todos aquellos fragmentos de ilusiones y de motivaciones que acostumbramos a regar en algún (varios) momento(s) de nuestra existencia. Actualmente ser optimista podría calificarse como un pecado demasiado grave por los encargados de manejar los hilos de esta fiesta de títeres. Y sin más, este dogma se nos es inseminado en nuestra cociencia diariamente, segundo a segundo, pasando de boca en boca, presentado con guarnición en la mesa.

Debe infundirse el miedo. Sin miedo no hay juego. Sin juego no hay fichas. Sin fichas no hay dinero. Sin dinero no hay ricos. Sin ricos no hay sistema. Sin sistema no hay miedo. ¿¡Eureka!?

En un plazo de X días tenéis que encerraros en vuestras casas y cerrar las ventanas. No podéis salir a la calle a gritar. No os podréis reivindicar. Enchufad la tele y creed en la verdad. No hagáis reuniones en grupo, porque el otro, el ser extraño, es malo. No os fieis de nadie, porque nadie os quiere. Si queréis ser amados comprarnos vuestra alma, porque que sepáis que somos nosotros los que la guardamos bajo llave. No arregléis nada. Destruid y comprar una nueva creación. Tenéis todas las posibilidades.

Y después de ese curioso momento de felicidad nos vimos desprotegidos por los que dijeron que nos amarían para siempre y tuvimos que poner la mano para no recibir nada. La gente más afortunada que pasaba por nuestro lado ni siquiera nos miraba. No teníamos nada. Nunca tuvimos nada.

Y ahora, tras perderlo todo por seguir su doctrina la esperanza se tambalea y se marea ella misma, y ni siquiera somos capaces de pensar. Nos han robado nuestra capacidad de pensar. Y tenemos miedo. Y queremos comprar ilusiones, pero ya no tenemos dinero. Y dicen que no nos prestan y que nos hechan a la calle; aquél lugar al que no nos dejaban salir antes. Y todos deambulamos de acera en acera sabiendo que necesitamos un plan. Pero somos tan diferentes. ¿Encontraremos la solución a los problemas derivados por esta fe capital?, ¿resurgirá nuestra esperanza para unirnos y hacernos más fuertes? En realidad somos invencibles, pero nunca hemos creído en eso...

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